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EL duende...

EL duende... Palabras dedicadas a Koldo, cerebro y motor de la peregrinación a Santiago de Hermandades de Luz
España, Julio-Agosto 2003


Esa noche, venia yo de uno de aquellos acogedores Bares... el día había sido fructífero. El andar había sido plácido y llegamos sin mayores percances... Pero inesperadamente, aquella sofocante tarde se tornó turbia, confusa y un tanto complicada: subrepticiamente, muchos rostros se habían desdibujado en muecas de dolor, atizados por retorcijones y vahídos... Aturdida en medio de aquella escena y empujada por mi propio fuero interno, que aún se agitaba removido por mil pensamientos y millones de silencios a lo largo de todo el Camino, me alejé del grupo intencionalmente, buscando e intentando de aliviar mi propia conciencia, escapé sigilosa entre calles solitarias para buscar sosiego hasta que la crisis pasara... Entrada la noche, ya tarde, caminé de regreso resignada y en solitario, hacia el pabellón donde dormiríamos; la calle estaba en penumbras, la brisa -ahora fresca y limpia- anunciaba otro frío amanecer, en contraste con aquellas jornadas de días sofocantes... De pronto, escuché una música en vivo, sugerente, eterna, que sin percatarme, removía fibras por mucho tiempo detenidas en mi memoria y mi sentir,.. fibras de la infancia, fibras de fantasía que sólo un cuento de hadas sería capaz de despertar... A medida que avanzaba, el sonido era más nítido y más fuerte, sin atinar a imaginar siquiera de dónde provenía semejante tintineo con toques de magia y fantasía, aceleré mis pasos emocionada, mientras mis latidos se aceleraban. De pronto, a lo lejos lo pude divisar: Frente al pabellón, el grupo bailaba en torno a un curioso personaje: Medía más de tres metros de altura, de una extraordinariamente frágil contextura, tanta, que me dificultaba comprender cómo lograba sostenerse en pié. Cubría sus larguísimas piernas -que obviamente sobresalían muy por encima del resto- con pantalones de vivo y fantástico multicolor. Tenía además un negro chaquetín, su cabeza estaba coronada por un gorro de unas cuatro o cinco puntiagudas y largas lengüetas, rematadas en su extremo con sonoros cascabeles, a la usanza de su naturaleza: ¡Un auténtico Duende!

Sorprendida por lo que veía, me percaté que el tintineo de armonía múltiple y aguda, provenía del curioso instrumento que él mismo percutaba mientras movía su encorvada, altísima y delgadísima figura; entre el grupo alegre y entusiasmado, que aplaudía y bailaba, mientras se agolpaban a su alrededor... Una sonora flauta endulzaba el ambiente con melodías de ensueño. Observé que se hacía acompañar por otros duendes, Las risas completaban el concierto nocturno, alegre, mágico, sublime y misterioso... A medida que avanzaba, inevitablemente llegué al sitio, donde contemplé maravillada las risas espontáneas, risas que diferenciaban por completo los rostros de la tarde... no eran risas del día a día, ni eran risas huecas.... aquellas risas estaban surtiendo efecto: hicieron que todos ellos retornaran, por el mágico efecto de la melodía, danzas y cantos, al instante mismo de sus respectivas infancias... Todos aquellos rostros que rodeaban el fantástico espectáculo, no asomaban siquiera una débil huella de las alicaídas muecas que desfiguraron sus rostros aquella tarde mientras fueron agitadas sus entrañas... simplemente, ¡no lo podía creer.!

Al lograr entrar entre el grupo, que alegre formaba un círculo, observé el espectáculo en toda su extensión, donde otros duendes cantaban y bailaban; una de ellas ocupaba el centro, vistiendo una gigantesca y amplísima falda amarilla, que extendida en toda su dimensión, rodeaban todos complacidos, sosteniéndola por sus bordes, y ondeándola con fuerza, al ritmo de la melodía, mientras otros duendes danzaban suave y rítmicamente, con largas y graciosas varillas que trazaban en el espacio estelas de luz, mientras jugueteaban con graciosas esferas iluminadas, convirtiendo aquella estrellada noche, al pie del bosque, en una auténtica escena de un cuento de hadas, que cobraba su verdadero sentido y ejercía ese efecto mágico y abrumador.

A un extremo, otro de los duendes surgía de entre el gentío, también con vestimenta de fantasía, percutando con dedos expertos un pequeño y rústico instrumento, de teclas metálicas y sonidos insospechados, poniendo el toque maestro en el pentagrama verde oscuro de noche, gente, duendes, corazones y bosque, fundidos en armonía magistral...

Inmersa ya por completo en aquél entorno, me integré irremediablemente al grupo, dejándome contagiar por el efecto milagroso de aquella embrujada locura, y sin saber cuándo, mi risa se unió también al concierto, que ahora se tornaba en carcajada grupal... la melodía que aquellos personajes entonaban ayudados por sus instrumentos de fantasía, impregnaban sin trabas toda nuestra piel, nuestro aliento, nuestras almas, nuestros corazones desprevenidos y nuestros espíritus entregados por completo; surtiendo el efecto único y revitalizador que sólo ejerce la verdadera magia de la naturaleza humana cuando comulga en creativa alianza sagrada con la Madre Tierra... reconfortada por lo que vivía y sentía en ese instante, me repetía incesantemente: ¡Gracias, Pachamama...!!.....

Mientras continuaba envuelta entre danzas y risas, que persistían iluminadas por chispeantes estelas, el altísimo Duende sobresalía de entre los cuerpos, moviéndose, bailando, tocando y cantando. La natural penumbra nocturna, no impedía distinguir su clarisísima mirada, aún proveniendo de ojos instalados a tan inusual altura... todos los duendes cantaban, todas las personas reían y entonaban.. la luna tampoco se quedaba atrás... brillaba entre tonos violáceos y plateados en todo su esplendor... todo el bosque envolvía aquel milagro... y todo, todo, formaba parte de aquél dulce espectáculo... pero sólo el altísimo duende, de alguna manera simbolizaba –al menos para mí- todo aquello que pudiera, y todo aquello que no pudiera yo describir... al observarlo una y otra vez asombrada y maravillada, supe sorpresivamente el porqué de esta impresión de la cual quedé plenamente convencida: Koldo, realmente, !era un Duende!!

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