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sinletras...Peroconpalabras

El Camino...?

El Camino...? Disculpen el intento... sólo quise compartir una mínima parte de lo vivido por mí en tan increíble experiencia...

Cómo definir lo que se siente, cuando se emprende la marcha, a paso firme, con la frente alta, respirando profundo y con la vitalidad al máximo, animado, alentado por mil promesas e incontables esperanzas, sin descartar sorpresas que te retan, te bendicen y te espantan...? Muchas veces me pregunté disgustada, porqué nadie me sabía definir el camino, de manera tal que me armara de una certeza que mitigara mis penas, en caso de hacerlo. Ignorante al fin, trataba sin saberlo, de esquivar no sólo mis propias pruebas, sino también mis propios premios...
Protagonista sorprendida, sin haberlo planeado y gozosa por ello, me encontré repentinamente andando el soñado camino que llega a Santiago; sumándome así al grupo de afortunados que felices e inexplicablemente, resultan incapaces de describir sus pasos, sus vivencias, sus cuentos...
Y es que acaso es posible?.... ahora sé que no... sé –ahora sí- que diga lo que diga, resulta infructuoso cualquier intento y comprendo ahora claramente que el porqué de ello está fundado en el doble propósito que individualiza la experiencia, y por el misterio que impulsa al siguiente caminante...
Desafiando sin embargo, estos pensamientos, mi mente se empeña en tratar de expresar, aún a tientas, tanto fuego, tanto hielo, tanta vida y tanto siento... e insisto e intento... y lo hago y lo escribo y veo que sí puedo, al menos garabatearlo en forma de devaneos...

Porque realmente aún me pregunto cómo me expreso, para tratar de entenderme yo misma al menos, que andando y andando se adentra uno a paso perdido y a paso cierto, con la lentitud del tiempo y a la velocidad del pensamiento, por generosos, abundantes, hostiles o desolados senderos... los pasos rápidos y firmes, se alternan con pasos quedos e inciertos, que levantan el polvo por caminerías agrestes, planas, empinadas o tortuosas, o que pisotean la yerba por verdosas y sombreadas veredas... Y perdida en la nada y rescatada por el todo, te sorprenden las fuentes de aguas frescas, y los parajes de imposible y rara belleza que te enfrentan al dulce dilema de escoger entre el caminar lento y sereno que dibuja magistralmente cada detalle en la mente con pinceles de imaginación que colorean la memoria y borran las sombras en el lienzo de los recuerdos... o mantener y apurar el paso que azotado por el dolor, conserva el aliento y engaña el cansancio...

Cómo transmitir lo que sientes cuando percibes complaciente el olor de las praderas, de la yerba, del árbol, de flores y pétalos... y hasta de esporádicos aromas provenientes del cálido fuego hogareño, esos que sigilosos salen danzando, como en las historietas animadas, viajando e inundado nuestros olfatos de una suave tortura que tienta y evoca añoranzas... o el roce humilde y baile al ritmo del viento, de las flores silvestres de mil colores, rodeadas siempre de dulces mariposas que al paso se cruzan sin miedo, sin pudores y sin límites... o transmitir lo que se siente al oír el murmullo y el vibrar de corrientes heladas de ríos y riachuelos, algunos majestuosos, algunos serenos, otros juguetones; corrientes líquidas que te dejan y se alejan o te escoltan cada paso, como vigilando que no te rindas, como animando a que no te entregues... o las promesas eternas y universales que a diario nos regalan las puestas de sol y los bondadosos amaneceres ... o los cielos circundados por líneas enredadas que describen orgullosas las aves...? y de aquellos rebaños de ovejas, silenciosos y ligeros a lo lejos ... ruidosos y atropellados desde cerca, guiados por pastores que ataviados de humildes ropajes magistralmente camuflan su natural sabiduría, dignidad, candidez y Amor por la tierra madre, por la vida, por el hombre, por la humanidad entera...

...Y siento una emoción intensa, al ver que al menos trato de pintarte con palabras lo que siento cuando de entre verdes y doradas anchuras, surgen, de piedra o concreto y eternamente custodiadas por inquietas y alegres bandadas de golondrinas; pueblos y ciudades cuya presencia percibe el caminante a kilómetros de distancia, al ser delatados en el horizonte, por grandes torres o altísimos y antiguos campanarios compuestos casi todos de pequeños, alargados y estilizados portales atravesados por luz de sol o luz de luna... dispuestos en pirámide y coronados por rústicas y antiguas campanas; imponen calladamente sus fachadas, bajo luces y sombras de cielos infinitos matizados por los vientos... apostados indiferentes e incólumes al persistente y húmedo beso del musgo que los marcan y los manchan de sepia y de verdes... o a la maleza que la abraza; al poblado que la rodea; al vestigio de tantas estaciones y estaciones; al paso irremediable del tiempo... permaneciendo y persistiendo como voceros silenciosos que avisan al peregrino, que ya está cerca el próximo pueblo! ... Campanarios y Torres cuya fortaleza y belleza, son codiciadas por aristocráticas cigüeñas que irrespetando símbolos, motivos y diseños -incluyendo los de Gaudí-, se apropian de sus puntas, que desdibujan sin permiso, tornándolas en creativas aplicaciones diseñadas desde su natural sabiduría divina, convirtiéndolas en posadas improvisadas donde construyen y asientan sus gigantes y perfectos nidos...

Qué decir de los tramos donde las fuerzas y los ánimos flaquean, sorprendidos en medio de interminables trigales o sinuosas montañas, adormecidas por el ardiente sol... en senderos sin sombras ni parajes, sin fuentes ni horizonte donde poder posar la mente, para sostener el ritmo de una marcha persistente que agobiada en medio de la nada, con las fuerzas diluidas en larguísimos senderos y la voluntad retada, recurra sin más recursos que la fuerza de un canto, el poder del pensamiento que eleva el espíritu, activando el impulso insospechado que permita dar el siguiente paso... y seguir sin horizontes, sin pueblos a la vista, sin árboles con sombra, sin más respuesta que camino y más camino, para llegar finalmente y sin saberlo, con la mente y no con el cuerpo, porque éste ya no responde...

Y cómo carrizo hago para describir el corrientazo de júbilo y de gozo indescriptibles que inundaron mi espíritu cuando respetuosos y solemnes, en Templos y Ermitas nos hincamos, bien para escuchar muy antiguos cantos gregorianos, bien para alabar en ofrendas y cánticos de acción de gracias... o bien en silenciosas meditaciones que conectan el alma con esa voz serena, dulce y directa del Cristo de entre las piedras.. piedras seculares, piedras benditas que develan mil secretos y generan emociones, forjadas por el paso del tiempo, infinitamente profundas e incontenibles, que en su grito y su silencio me impulsaron a caer rendida y de rodillas para así poder besar sus heladas superficies... y dejar allí parte de mi alma, desgarrada en lágrimas de gozo, de agradecimiento infinito, quizá como ofrenda de gracia que de alguna manera retribuya, aunque sea con tan poco, tanta ternura sin límites, tanto Amor real y verdadero, tanta luz fortificante... todo junto, y tratar de retribuir en parte este júbilo interno que siento y percibo como un sagrado regalo, como un inesperado o desconocido premio..
Y de los altos o descansos, gratificantes y salvadores...? esos que vuelvían el alma al cuerpo, marcando un alto en las cavilaciones de camino, para conectar corazones que sin saber te acompañan; o para recostar y levantar los pies al tronco del árbol más cercano; o para sentir como nuestro el colchón de grama que suave y generosa, soporta las espaldas... y estirar los huesos o absorber sin piedad el zumo de la fruta, o el trozo de pan; o para entregarnos sin condiciones al efecto vivificante de frescas aguas y recargar en el cuerpo ese generador etéreo de regalos del alma que se activa mientras andas... para dejar derramar lágrimas, para estallar en carcajadas; para cerrar y abrir los ojos, para despertar el alma, para respirar profundo; para curar heridas o para husmear paisajes...
Menos aún puedo, explicar ¿Qué fuerza me permite seguir y retomar el camino cada nuevo día? ... Cómo, si cada noche en serie, los cuerpos adoloridos y rendidos reposan, entre ronquidos, pesadillas, sueños y desvelos, las punzadas no cesan, las ampollas maduran y los huesos se entregan...? Entonces cómo cada mañana despiertas, obediente y jubiloso, desechando los dolores, olvidando las flaquezas y molestias; recargando sólo con la luz de la mañana, o con entusiasmo que no se ve pero si se siente, las fuerzas para recorrer el nuevo sendero, ese que nos impregnaba de sueños por recorrer una meta superior, por encima de nuestros cuerpos y únicamente comprensible en lugares recónditos e infinitos de nuestras almas, que ni siquiera sospechamos?... sentires develados en zona desconocida.. más allá de nuestras mentes y mucho más acá de nuestros corazones...
Y qué decir de lo que todas esas y otras miles sensaciones susurraron en nuestros oídos, en nuestras mentes, en nuestras almas, en nuestros espíritus y en nuestros corazones? Cómo expresar el efecto purificador que quema y que acaricia, que inunda el pensamiento, recorriendo senderos internos... desdoblando el camino en andante y al andante en camino; impidiéndonos dilucidar claramente quién camina a quién, si es uno mismo al camino... o si es el camino quien se nos adentra y nos recorre implacable las entrañas... mareando el pensamiento con pases de fuego en oscuras añoranzas, con suaves caricias en recónditos temores.. o luminosos destellos en corazones desbordados por un gozo inefable? Cómo dice uno a alguien, que mientras se va caminando, se perciben, se captan y se comprenden nítidamente eso que muchos llaman Señales, provenientes del todo y de la nada, o de la gente, de una mirada, de un gesto, de una piedra, de un tropiezo, de un “gracias”, de un garabato, de una sílaba, de un árbol, de un anuncio, de un mugido, de un aroma, de una emboscada o un portazo... o de cualquier otro no se qué, que te responde en directo y te devela y te desnuda las dudas que obstinada e inútilmente, en tu interior guardabas...? y vas andando entre cientos... y vas andando en soledades... es con todos y es con ninguno... es contigo y es con nadie...

Y te retumban tus propias palabras..... y te alivian las que te susurra el viento, como te confortan las de otro caminante... y te tortura el silencio y te calma su nada y su todo... la brisa te responde, el cielo te sonríe, el calor te abofetea, la montaña te alienta, el árbol te consuela, la subida de ti se burla y las bajadas te halan... el cansancio te reta, la fuente te bendice y tus gritos te insultan y eres pateado, insultado, jamaqueado y torturado, abandonado y condenado y hasta lanzado al precipicio de tu caos interno... todo un remolino agobiante de sensaciones, de dudas, de certezas e incertidumbres, se alza desafiante en oscura nube gigante adquiriendo forma de mil demonios que te tientan y te rodean y te gritan y te insultan y te escupen y se ríen en tu cara y te mofan a tus espaldas... como bien se te pierden las formas, tornándose imperceptiblemente el paisaje en brillantes siluetas, desde donde surgen sagradas melodías que te elevan hasta tu cielo y se torna repentinamente mientras andas, en presencias etéreas de ángeles o ancestros, que sostienes consciente en medio de tu inconsciencia, sabiendo sin entender y sintiendo sin saber nítidamente cómo se te duerme el cuerpo y caminas en el aire, y te elevas sin remedio y sin darte cuenta siquiera, te sorprendes a ti misma sonriendo con uno de ellos... y descubres y sientes y tienes la certeza, de que eres consolado y eres rescatado, halagado y acariciado... iluminado y guiado, bendecido y ungido por seres iluminados... mientras suspirando de gozo, ves cómo se te abren las puertas del cielo... y conversas con Maestros disfrazados de mendigos que te revelan mil secretos y hasta ves sin percibirlo al mismísimo Señor Santiago.. y sólo después de un segundo, te percatas, te maravillas y te espantas!..... y van todas estas sensaciones adornando tu silencio, que te destierra del cuarto oscuro en que te mantenías en condena para sacarte bien a patadas o bien de la mano, para que te precipites a la luz de tu alma que ansiosa esperaba, y jubilosa agradece al camino, al viento, al árbol, al todo y a la nada; la paliza del alma que transmuta tu vida y renace fortalecida en movimientos marcados por pasos provenientes de antiguas danzas sagradas...

Y ahora que comienzo apenas a retomar mi vida, siento que aún camino mi propio sendero, siento que aún no llego, siento entre mil nuevas y dulces sensaciones, que la vida se me repasa; ahora con nuevo prisma, que se me expresa en otro sentir, ese sentir sin sufrir... ese sentir agradecido por las caídas y las levantadas que en la vida he llevado, ahora atesoradas como benditas lecciones que no amargan y sólo alimentan un crecimiento interno y endulzan mi alma... sin dejar pasar por alto, que aún me falta mucho, que aún no aprendo nada, sin dejar de estar atenta al calor de la luz.. de esa luz eterna cuyo brillo mis ojos han tenido la dicha de ver.....

Si diciendo digo menos.. y en silencio digo más...
qué más puedo decir que deje de decir para que alguien me comprenda o para que algún día yo comprenda, asimile o inspire sobre cómo es el camino..

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