Blogia
sinletras...Peroconpalabras

de-moníaco

de-moníaco .....Caminaba airosa por floridos caminos, flotantes y curvados, cual puentes naturales que juguetonamente atravesaba por entre copas de árboles, orillas de ríos, laderas de montañas y bordes de playas... Un desvío casi inadvertido, detrás una prominente cascada, me internó a sus entrañas hasta atravesar su pesado, frio, caudaloso portal acuático que en su garganta atraía a quien lo atravesara.

En efecto, no más alzar la vista, pude ver cómo se erigía una enorme y perfectamente diseñada efigie, que toda en piedra y camuflada entre las deformidades de la pared montañosa, se perfilaba con brotados y definidos ojos de mirada penetrante, pobladas y perfiladas cejas; pómulos pronunciados. Lucía una especie de corona acintillada a su frente, con extraños dibujos que de alguna forma, me parecieron familiares. Su boca era la enigmática entrada a aquella casi imperceptible nueva dimensión, que me atraía con sugestivas e inexplicables sensaciones a desconocidos terrenos que automáticamente me cautivó. Sin saberlo, y casi simultáneamente, sentí miedo. Mis ojos paralizados ante lo desconocido, no parpadeaban. Mi corazón dejó oir sus latidos en aquella inmensidad que tras una densa niebla se escondía tenebrosa y atractiva a la vez.

Atrapada entre la sed de aventura y el terror a lo desconocido, me sorprendí a mí misma avanzando lentamente, alimentando mi curiosidad y tratando en vano de ignorar mi temor. Llegué a rozar una pesada niebla que pendía como si fuese una enorme cortina y penetré en ella, densa y gris. Seguí avanzando hasta atravesarla. Ahora era totalmente visible el panorama, incluso a distancia, lo cual me animó. Respiré profundo y dejé de pensar y dudar. Avancé ahora con paso firme. Distinguí muchas figuras de cuerpos perfectos, de piedra igual que la efigie, que custodiaban misteriosas puertas, de cuyo fondo podía escuchar sugestivas melodías sin principio y sin fin que atraían poderosamente mi atención. Al asomarme, pude distinguir muchas personas que en grupo bailaban animadamente. Sus cuerpos extaciados y rendidos al placer, se exhibían sin pudor y se movían animados sin parar.

Quise explorar primero el terreno y seguí avanzando, enterrando el pánico inicial. Necesitaba ver más, avanzar más, saber más, aprender, entender, experimentar, descifrar todo aquello. Aquel sub mundo me aterraba deliciosamente. Era una fuerte y vivificante emoción que siempre había intuído, pero que nunca había experimentado. Mi corazón se agitaba nuevamente, pero ahora lleno de expectativa. Palpitante, chorreaba precipitadamente mi organismo, produciendo ahora cálidas y relajantes sensaciones que me hacían bajar la guardia y dejar de lado el temor. Mis facciones se suavizaron y se relajó mi voluntad. Ahora mi confianza era plena. Estaba satisfecha de haber superado aquél terror inicial. Seguí avanzando sin dejarme tentar, pero anhelando inconscientemente más misterios que develar. Un masoquismo nuevo en mí, me impulsaba sin temor. Ahora pude divisar a lo lejos, el ambiente era amplio y de geografía variada, predominaban los colores sepia, grisáceos y café. No existía el tiempo y el ocaso era eterno.
Miré una pradera a mi izquierda y pude ver y oir a grandes señores muy bien vestidos, algunos con títulos, cargos y coronas; otros no tenían nada, pero todos pisoteaban a humildes sin ninguna consideración. Al otro lado, vi gentes de todas las edades saqueando riquezas que escondían en apretujados baúles y cada vez querían más. Tras unos tupidos arbustos, prominentes, pesados y grotescos cuerpos devoraban abundantes manjares sin saciar su hambre jamás. En un valle al fondo, vi gentes que con voces enfurecidas se desgañitaban insultando, golpeando y destilando veneno a otras que respondían con igual fervor. En una cima fría y casi sin vegetación, estaban gentes cuchicheando con la vista de reojo, mientras se mordían los nudillos de rabia y se halaban los pelos mientras veían a otros que sólo portaban el estandarte de la felicidad. A la orilla de un caño grande, miles de cuerpos reposaban perezosos; se arrastraban sólo para calmar su sed, sus carnes colgaban como lenguas y sus ojos ojerosos apenas abrían.

Caminé hasta una loma cercana, desde donde podía divisar todo aquel surrealista panorama al mismo tiempo. Mi voluntad me había abandonado y no sabía qué queria hacer. Todos los grupos me invitaban. Algo dentro de mí parecía decir algo que no alcanzaba a oir ni entender. Mis fuerzas y mi entendimiento ya no respondían, como sedados por el vertiginoso andar por tan extraños parajes. De alguna forma aquella extraña atamósfera me absorbió completamente. Bajo este efecto que nublaba mi mente y mi espíritu, retrocedí hasta las puertas bulliciosas custodiadas por efigies y entré sin pensar a la primera que encontré. Dejé de pensar y entregué mi voluntad a mi cuerpo, antes de entrar, ya encendido por el deseo y respondiendo sólo al ritmo de aquella melodía y aquél ambiente turbio y subyugante... Me negué a vendar mis ojos, para así ver las caras y preguntar los nombres; aparenté autosuficiencia, en ocasiones me supe engañada y en otras creí. A veces también fingí... pero yo quería más, seguí en mi afán, claudicando y ardiendo en aquél fuego de colores, contradictoriamente frío y abrasador; saciante y carente; irresistible y temible... Me sentí fuerte, me sentí grande, aún cuando sabía que no lo era. Engañosamente envalentonada, me paseé airosa por la colina de los envidiosos para justificar mi desgracia, que alimentaba alternando con frecuencia el valle de los furiosos, sin que yo misma me soportara. Y aunque para nada llegué a visitar a los perezosos y al caño de la gula, si tuve algunos coqueteos con la soberbia y el sarcasmo. Empecinada en recorrer mi propio laberinto y mi propia confusión, perdí el rumbo desde el principio, tropezando y avanzando, retrocediendo y cayendo. Fue en una de esas, que choqué con un peñazco, que me lanzó con fuerza a un profundo precipicio que antes no había visto. Caí finalmente desplomada y paralizada por completo. Sólo pude mover mis ojos, que abrí casi al instante, cuando vi un coloso, tan grande como las montañas más altas, cuya cara se asemejaba a la efigie de la entrada, y su cuerpo se veia perfectamente, pero a partir de su cintura, se difuminaba como un genio de las mil y una noches. Casi simultáneamente, oí su tenebrosa voz... , que fuerte, nítida y con sílabas perfectamente vocalizadas, me dijo:

_ QUE HACES AQUI?
_ No sé.......
No sabía porqué contesté asi, tan rápido, tan normal.Si realmente yo quería preguntar.

_ESA NO ES UNA EXCUSA PARA ESTAR AQUÍ. DIME LA VERDAD.
Sentí un escalofrío. No sé si por el dolor o por el miedo que creí tener, pero que inexplicablemente, no sentía. Mi cerebro ya vacío había entregado la guardia. Sentí que la inercia me hacía entender únicamente lo que pasaba en ese preciso instante y nada más, sin considerar el pasado ni el futuro. No le cabía más nada. Solo aquella tenebrosa voz ocupaba mi espacio y mi mente
._ Encontré el desvío sin saberlo y entré sin miedo y por curiosidad.

_ TRAJISTE TU PAGA?
_ Mi paga? ¿A qué se refiere?

_QUÉ EXTRAÑO!
Esta vez su voz fue grave y cortante. Mi cuerpo inundado de sensaciones ahora heladas, yacía aún inerte y prácticamente crucificado en el suelo, extrañamente suave, tibio y confortable. Seguía sin entender porqué no sentía temor.

_CONOCES A DIOS?
Mi corazón se aceleró. Cobró el ritmo experimentado en el portal de entrada. Lo había olvidado! Y también a aquel y aquellas cosas que llamamos Dios.
_Cuál de tantos?

_MUY EXTRAÑO, SIN PAGA Y...
_Qué sucede? ¿Nadie había entrado gratis, o accidentalmente a este lugar? ¿Puede decirme dónde estoy?

_CÓMO ES POSIBLE QUE NO LO SEPA? ¡USTED ESTA EN EL INFIERNO!
_ Quiere decir que estoy muerta?

_ ES UNA DE LAS MAS SIMPLES EXPLICACIONES. PERO USTED NO TRAJO PAGA, NI CUMPLE CON OTROS REQUISITOS. ¡TIENE QUE HABER UN ERROR¡ Apreciaba la jerarquía de aquella enigmática voz, pero aún sin comprenderlo, no me infundaba temor. Sólo me impulsaba a responder.

_HA HECHO USTED ALGO IMPORTANTE?
_Sólo recuerdo las simples, no sé si eso es importante.

_SU CASO NO ES COMÚN, ¿SABE? PERO YA COMPRENDO.
_Entonces, ¿Porqué estoy aquí?

_NO ES EVIDENTE LA RESPUESTA?
Apenas oí eso, aquella gigantesca figura, las colinas, los caños, los valles, arbustos, efigies y praderas, comenzaron a desvanecerse. Ante mí se abría un cielo perfectamente azul y despejado. La brisa rozaba mi cara. Mi cuerpo comenzó a moverse sin ninguna dificultad. Noté que mi espalda reposaba sobre el tupido césped que descubrí en una ladera de mi montaña favorita. Mis brazos estaban abiertos y...

_USTED ESTÁ SOÑANDO! Pude oír ya despierta.
En ese instante, mi cuerpo me entregó en almohadilla roja y bien envuelta, mi voluntad intacta. La apreté a mi pecho llorando y de rodillas, la puse en custodia de mi espíritu, bajo la tutela de mi mente. Lloré hasta sentirme aliviada y finalmente recogí mis trastos y seguí mi camino sin mirar atrás.

...He repetido mi paseo al valle del ocaso inevitablemente, pero ahora es más facil salir y encontrar la salida. He visto de frente mis demonios y no siempre fallo al reconocer, tanto los viejos, como los nuevos. La rueda de la vida es cada vez más amplia, y a su paso, una rendija sigue abierta... pero el cielo es cada vez más ancho, más azul y más brillante.

0 comentarios